Jesús Ruz de Perceval.
Publicado en La Voz de Almería
09/10/2017
09/10/2017
Hace unos días publicaba este diario
una noticia que ha pasado desapercibida, cual inocente nota de actualidad, pese
a la grave importancia y mayor riesgo que supone para el Patrimonio almeriense:
El Ayuntamiento pretende demoler el inmueble sito en la calle Hernán Cortés nº
20, entre la iglesia de Santiago y la Plaza de Marín, e iniciado está ya el
proceso de contratación para su derribo.
Se trata de la casa de la familia
Góngora, linaje hoy desaparecido en nuestra ciudad pero asentado en ella hace
más de cuatro siglos.
El edificio, de mediados del s. XVIII
y cerca de 500 m2 de solar, presenta los elementos típicos de la casa señorial
almeriense. Su amplia fachada, con tres plantas y de diseño simétrico, cuenta
con una imponente portada de piedra, de aire neoclásico y reminiscencia barroca
en los volúmenes, sobre cuyo dintel se alberga el escudo de armas del linaje
Góngora esculpido en mármol; por ella se accede a un zaguán y, de este, a un
patio central de columnas con tallas ornamentales que
hacía de distribuidor de las estancias y desde el que arranca una pétrea
escalera de acceso a la planta principal. El tercer piso parece un añadido -aunque
antiguo- o bien una modernización de lo que primitivamente eran las cámaras
para almacenar el grano. Hoy, tras haber sido convertida en casa de vecinos y
ocupar sus bajos diferentes negocios, se encuentra algo desvirtuada, pero sólo
en apariencia, pues conserva su estructura primigenia.
Para dotar de vida a este hermoso
inmueble dejo aquí unas breves pinceladas sobre algunos de sus moradores:
Allí
nació, en 1757, Cristóbal Vicente de Góngora Fernández-Delgado, importante
personaje almeriense que tenemos olvidado, el cual llegó a ser miembro del
Consejo de Estado, consejero y secretario de S.M. con ejercicio, caballero cruz
de la Orden de Carlos III, secretario de Hacienda y presidente del Tribunal
Mayor de Cuentas. En 1808 acompañó al Rey Fernando VII a su destierro en Bayona
y, de regreso a España, formó parte de la Junta Suprema Central. Retirado de la
política, regresó a Almería en cuya casa lo encontramos empadronado en 1819 con
el tratamiento de Excelentísimo señor.
Hermano
del anterior fue el doctor José Vicente de Góngora, canónigo y arcediano de la
Catedral de Almería, teniente vicario general castrense en esta plaza, juez y
subdelegado del Tribunal de la Santa Cruzada y mano derecha del Obispo de
Almería Antonio Pérez Minayo.
En
dicha casa habitó también José Bordiú tras casar con Paula de Góngora, padres
que fueron de, entre otros, Cristóbal Bordiú Góngora, hábil político que fue
miembro del Consejo Real, secretario de la Junta de Fomento y director general
de Obras Públicas, de quien descienden los marqueses de Villaverde.
Volviendo al inminente riesgo y grave
atentado que supondría su demolición, debemos subrayar que dicho inmueble, en
contra de lo manifestado por el Ayuntamiento, se encuentra recogido en el
Catálogo de Edificios Protegidos, concretamente en la ficha nº 419, donde se le
otorga un Nivel 3 de protección y se acentúa el interés de su portada, su
escudo y su patio tras la revisión del PGOU del año 2012. Asimismo, está
amparado por la delimitación del conjunto histórico de Almería y por el entorno
de protección de Bien de Interés Cultural según la Ley de Patrimonio Histórico
de Andalucía. Pero es que, a mayor abundamiento, por mandato de la Ley del
Patrimonio Histórico Español le es de aplicación la normativa sobre protección
de los escudos, emblemas y piedras heráldicas que, entre otras cosas, obliga y encomienda
al Ayuntamiento el cuidado, vigilancia y conservación de dichos elementos donde
su ubiquen.
Muy vergonzoso resulta comprobar cada
día cómo el Consistorio usa y abusa de la normativa urbanística a conveniencia,
empecinándose en mantener en pie inmuebles sin interés alguno al tiempo que
derriba los que integran nuestro patrimonio histórico y arquitectónico, según
resulte la utilidad económica o política de cada momento o de a quién
pertenezca uno u otro inmueble.
Pocos atropellos podemos esperarnos más pues, casas blasonadas de los s. XVII-XVIII apenas quedan en pie cuatro, incluida la que nos ocupa. Bien pudiéramos quitarle ya el calificativo de “histórico” al centro de la ciudad. En la memoria de todos aún está fresca la desaparición de la portada y escudo de los marqueses de Torre Alta en la plaza Careaga, la portada monumental de la llamada “Cárcel Vieja” en la calle Real y otros tantos ejemplos. Irónicamente, al mismo tiempo desde el Ayuntamiento se fabrican eslóganes que animan a vecinos y turistas a visitar el casco antiguo, conocer la “Almería morisca” o perderse en el embrujo de nuestros rincones y calles típicas. Tiene guasa la cosa... ¿Qué van a dejar para ver y mostrar? Quizá nos baste con el subsuelo y con embrujarnos todos en los tan venerados Refugios.
Esperemos que la especulación
inmobiliaria, ese rayo que no cesa,
no venza nuevamente a la legalidad, el sentido común y la sensibilidad que ya
parece nos falta.
Jesús
Ruz de Perceval
Abogado